La esencia: el sentido, buscando la madreperla

El sentido del poema no está propiamente en el texto, sino que se presta a la interpretación del lector, necesita de una interacción con él para expresarse. De algún modo, y hasta cierto punto, el poeta puede decidir qué espacio deja a la interpretación. Esos límites pueden expandirse o acortarse.
Pensemos en este poema de Chantal Maillard.
La palabra silencio dentro.
Dentro de uno—¿uno?
Con ese interrogante final nos deja abierta la posibilidad de interpretación. Maillard duda de la palabra. El poema no está resuelto ni concluido, resuena en el lector, le remueve un no sé qué que tiene que ver con algún tipo de misterio o paradoja que no se nos revela del todo, que queda ahí suspendida, que araña nuestra concepción racional de las cosas.
Al leer un poema, dejamos de lado el pensamiento racional. La poesía es ambigüedad, a veces carece de sentido tal y como lo entendemos en nuestra vida ordinaria.
Cada uno tendrá su interpretación, y es lo bonito de la poesía, porque esas interpretaciones
pueden ser incluso contradictorias.
Hay unos significados objetivos de las palabras, es decir, todo significa lo mismo para todos. Con eso expresaríamos la denotación.
Luego está la connotación: la palabra agua, por ejemplo, no significa lo mismo para una persona insular que para otra de interior.
El lenguaje poético hemos dicho que es capaz de comunicar lo incomunicable, así que expande los límites del lenguaje. El poeta usa sus propios significantes (connotación), lo que queda fuera del diccionario, lo que no puede traducir un traductor de inteligencia artificial, aquellas definiciones que ponen en riesgo a la palabra, en riesgo de vivir una vida diferente.
Por otro lado, las palabras tienen una historia. Cuando escribimos usamos todo lo que contienen e intentamos que ese pasado resuene de alguna manera también en nuestro poema. Al escribir, dejamos hablar a nuestros ancestros, pero también a los que están por venir. En ese parlamentar está la magia de un buen poema.
Los poetas inventamos palabras.
Recordemos la palabra trilce del poeta César Vallejo para referirse a sus versos. Aunque circula por ahí que sería una mezcla de trino y dulce o de triste y dulce, yo creo que su significado debe de ir mucho más allá de una mezcla de dos palabras. Engloba sensaciones indecibles que no encuentran consuelo en ninguna palabra existente. Es más bien un modo de querer despegarnos de la pretensión de entender todo. Todo lo que debemos hacer es dejarnos llevar por su sonoridad.
Hazlo tú 
Vamos a trabaja en nuestro laboratorio poético inventando una palabra. Lo importante es que nos deje arrastrados por su sonoridad. Después inclúyela en un pequeño poema en el que podamos intuir parte de su significado. También puedes elaborar un poema de palabras inventadas y conseguir que la sonoridad resuene.
Si no te saliera nada, puedes usar estas palabras de mi autoría
Apaoichi: idioma de la naturaleza para impactar emocionalmente en nosotros.
Tértuma: niebla ligera
Lincuénaga: luz que se cuela por una rendija
Tértuma libre que espejas
la clara intención del cielo
de hacer dudar a la nube.
Me contestaste apaoichi
y yo ni siquiera
me había hecho pregunta.
Sabías respirar,
eso ya lo sabía.
Y tu sabiduría era de esas
que ni el silencio conoce.
Ya a solas,
tus milenios flotaron
lo mismo que palabras renacidas
que nadie ha encontrado aún.
Beatriz Ugalde