Ahora que no me conoces,
que mi yo es una puerta
con dos cerraduras
y que abrir cualquiera de ellas
es errar de antemano.
Ahora estoy aquí,
en un momento que solo es mío
y atrapo con fuerza este cielo a mi altura
y enmudezco con el ave
y te llamo casa
ahora que no me oyes
y me digo que nada es más fácil
por tenerlo todo
y que solo lo indispensable
se me escapa del bolsillo
como semilla de pájaro nuevo.
Y te llamo mar y no vienes,
yo que siempre crecí en las olas,
y mírame, quieta y ruin, acantilado vivo
que me renuncia,
que no puede con más dolor que el de sus aguas.
Ahora que no me conoces,
envíame una carta, dime
por qué tememos al paraíso que nos ahuyenta
de la munición precisa del náufrago,
de la ultima bengala
o de las reservas que amamantan al recuerdo.
Ahora que no me conoces,
todo se acantila
para saltar en tu nombre.