2.2 La puerta a los sueños

2.2 La puerta a los sueños

¿Te atreves a poner imagen a un sueño? Antes de empezar esta parte de la sesión, vamos a buscar una imagen en internet o en nuestros propios archivos de fotos que simbolice cómo ves tú el mundo onírico. Luego vamos a introducir en ella un mensaje para enviárselo a nuestros sueños.

¡¡¡Ahora ya nos esperan con una respuesta para nosotros, o quizás con miles de preguntas!!!

“Soñar nos permite a todos y cada uno de nosotros enloquecer tranquilamente y con seguridad todas las noches de nuestra vida”, dijo una vez William Dement, fundador del Centro de Investigación del Sueño de la Universidad de Stanford.

En mi opinión, hay un paralelismo entre la poesía y el mundo onírico. En el sueño, las escenas cotidianas adquieren otra dimensión, así como sucede en el poema. Los sueños son una pequeña escotilla al inconsciente. En el mundo onírico no hay tiempo ni espacio, tal y como lo conocemos en la vida real. Todo está saltando de modo rocambolesco. En la poesía también los versos danzan saltando de universo en universo. La poesía es como vivir un sueño, llevártelo tatuado en palabras.

La simbología del mundo onírico es potente, esconde todo un cosmos detrás, un mensaje velado que nos envía el inconsciente. Podemos concluir que el sueño es de naturaleza poética.

Un sueño puede ser el punto de partida para un poema, ya que en el mundo onírico se producen locas asociaciones, se incluyen símbolos potentes que dicen mucho más de lo que parece e incluso uno puede imaginar de una manera diferente a como lo haría en la realidad. Quizás por lo que ya hemos contado, por estar desprovisto de cosas y por estar provisto de otras.

Aquí un ejemplo de lo jugoso que puede ser el mundo de los sueños.

Poema de la mañana  (Mary Oliver)

 

Cada mañana

el mundo

vuelve a crearse.

Bajo los rayos

 

naranjas del sol

las amontonadas

cenizas de la noche

otra vez se transforman en hojas

 

y regresan a lo alto de sus ramas —

y las lagunas parecen

telas negras

con islas pintadas

hechas de flores de verano.

Si tu naturaleza

es ser feliz

vas a nadar a lo largo de suaves senderos

 

horas y horas, y tu imaginación

iluminará cada lugar.

Y si tu espíritu

lleva en su interior

 

la espina

más pesada que el plomo —

si todo lo que podés hacer es

arrastrarte por el camino —

 

hay todavía un lugar adentro tuyo

una bestia gritando que el mundo

es exactamente lo que quería ser—

 

cada laguna con sus lirios encendidos

es una plegaria, escuchada y respondida

generosamente

cada mañana

 

te hayas atrevido, o no

a ser feliz

te hayas atrevido, o no

a rezar.

 

Hazlo tú

Vamos a jugar con el bagaje onírico. Durante unos días lleva un diario de sueños, anota los fragmentos que recuerdes con el máximo detalle posible. Fíjate en lo loco de los escenarios, en las palabras, los gestos, todo lo que te llame la atención. Después escribe un poema. Cuéntame cómo te has sentido al utilizar estos materiales para tu escritura. ¿Ha cambiado en algo tu estilo? ¿Has encontrado hallazgos interesantes o ha sido complicado?

Los sueños son capaces de cambiar nuestro estado de ánimo, los vivimos con poderosa realidad y poderosa irrealidad también porque en ellos estamos provistos de cosas que no tenemos en la vida real y también estamos desprovistos de muchas otras que afloran de esa parte más salvaje. En un sueño, todo es posible. En la poesía, también. Se entremezclan imaginación e intuición.

La poesía rescata esa dimensión inconsciente del poeta. Poesía y vida van de la mano.

Al usar las palabras, estas pueden decir más de lo que el poeta haya querido decir o evidenciar que saben más que este. Hablaría aquí su lado inconsciente.

En todo proceso creativo hay una parte volcánica que aflora salvaje de dentro. Es como que alguien nos dictara las palabras, nos las susurrara al oído o nos las gritara en nuestro cogote. Esa parte volcánica es interesante. Después está el trabajo estético, consciente y minucioso.

Hazlo tú

Para ello vamos a practicar la escritura libre, despistar al cerebro. Dejemos la mente en blanco por unos segundos. Después escribamos lo que primero se nos ocurra sin pensar lo más rápido posible para despistar al censor. No importa que no salga en forma de poema, poco a poco lo iremos consiguiendo.

Puede que al principio nos asomen lo que nos parezcan puras tonterías. No las juzguemos. Con ese texto, tratemos de hacer un poema extrayendo las partes que más interesantes nos parezcan.

Este es el resultado de mi ejercicio.

Hay una selva de bambú

Encallada nieve

Prolifera la estampa de lo insípido

En los botones de la escarcha

Bambú alto y tallecido

Como mi bosque de esperanza

 

Hay una selva de bambú

encallada en nieve.

Prolifera la estampa de lo inhóspito

en los dedos de la escarcha.

Bambú alto y tallecido

que se aleja de lo mundano.

El segundo poema está retocado por el consciente.

 

 

 

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