A veces no me encuentro,
me llamo a gritos y no estoy,
escudriño las madrigueras,
los pecados,
la fila del pan.
El último tren ha tomado un marco
y adorna mi sonrisa.
Siempre la misma parada
frente al mismo movimiento.
La espiral del vicio de sentirme ajena.
Y floto en este desván oculto
de tarotistas sin licencia ni cordura,
el esperar de las cartas en el tapete
a que lo inconsciente exprese su demora.
La ventura es el soplo que envalentona
las posibilidades.